Viene de la nota de Periodismo en Redacción titulada
Julieta Dizzia retrata a Di Martino en la Noche de los Museos.
(Foto: Gentileza del Museo de Ciencias Naturales.)
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Continuó: «Él era artesano, de Mar del Plata, estudiante
de geología fanático de Ameghino. De chiquito iba al museo de su ciudad a ver
los fósiles y él quería saber dónde se encontraban esos fósiles, pero en el
museo es como que a un nene no le daban importancia, entonces él se metía y se
metía y trataba de escuchar. Siempre que podía se escapaba e iba al museo.
Hasta que en un momento escuchó a una persona que nombró unas barrancas. Se
tomó un colectivo y se fue a las barrancas. Cuando llegó ahí, en esa época era
impresionante la cantidad de huesos que asomaban en las barrancas, cortó un par
y se fue al museo. Lo retaron mucho por lo que había hecho pero de tanto insistir
se ganó la confianza del personal del museo y así pudo conocer la trastienda. Como
se suponía que Ameghino había estado acá, vino en busca de sus pasos. Cuando
llegó conoció que en la playa también teníamos rocas y restingas, encontró
fósiles, fragmentos de cráneo, de caparazón de gliptodonte y los recuperó. Él
hacía artesanías, ya era mayor –había nacido en 1940-. Decidió quedarse en
Monte y abrir un local de artesanías.
Con el tiempo descubrió que Ameghino no había estado aquí sino en el
antiguo Monte Hermoso, que es Farola Monte Hermoso, pasando Pehuen Có. En su negocio
tenía como decoración parte de los restos óseos que había hallado. El intendente
de esa época, al ver su entusiasmo, propuso hacer una salita de exhibiciones
con ese material; él aceptó y en al año 1977 armó el primer museo».
Di Martino en pleno trabajo. (Foto: Monte Hermoso PorInternet) |
«Funcionó hasta
el 2006 en lo que era la rambla vieja, cuando se hizo la remodelación de la
rambla quedó un año todo en depósito, no teníamos un lugar físico y nosotros
estuvimos toda esa temporada estival trabajando en la playa en un tráiler. Nos
alquilaron un container, armamos una especie de museo ahí y lo que hacíamos
eran visitas guiadas, 2 ó 3 por día. Nos turnábamos con Dim (como lo llamaban a
Di Martino) y con Mariano, otro compañero que está en Bahía Blanca ahora.
Mientras uno hacía la visita guiada el otro caminaba la playa, sobre todo
cuando había marea baja y quedaban las rocas expuestas; tomábamos la piqueta de
Dim y salíamos a recorrer. Él siempre llegaba un poquito más tarde» - prosiguió
la Directora.
«Un día,
habíamos salido con Dim a buscar restos fósiles mientras Mariano hacía la
visita. De pronto Dim me dijo: “Fijáte dónde estás parada”. Y así fue como
encontramos las huellas de este animal (señalando el espécimen estrella del
Museo, ocupando el lugar central). La nota me acuerdo que salió hasta en Israel.
Era algo rarísimo. Se trata de un Scelidoterio
(un perezoso), uno de los más pequeños, el más conocido es el Megaterio
que es muy famoso en Pehuen Có por sus huellas que llegan a tener 90 cm de diámetro.
Este es un poco más chico, a los niños se lo comparamos con Cid, el que aparece
en la Era de Hielo. Aparentemente, habrían sido una mamá con dos juveniles,
había huellas de caballo también y de ciervitos. Tuvo tanta repercusión la noticia
que la gente empezó a aclamar y en 2007 nos cedieron el local donde hoy
funcionamos, que era el salón blanco del centro cívico, un hermosísimo lugar» -señaló
Sánchez.
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